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Es impresionante cómo el Seven Punta se ha ido transformando a lo largo de los ya 31 años que cumplió este torneo (1989-2020).

Pensar que cuando el club cumplió 100 años llegamos a hacer dos Sevens, uno en enero y otro a fines de diciembre del 2014, pudimos cerrar el año con festejos del centenario del club y de los 25 años del Seven Punta con la banda Agapornis tocando en vivo al finalizar el torneo en el gran Campus de Maldonado.

Luego, los años siguientes pasamos a organizar el Seven en el Punta del Este Polo & Country Club, donde hicimos dos ediciones que fueron un éxito.

Fue un Seven más descontracturado, más familiar, jugado en 2 canchas de forma simultánea, con partidos de fútbol femenino intercalados;

la gente venía después de la playa, de traje de baño y alpargatas, la entrada era libre, venían con los chicos que podían correr libremente o participar de los juegos infantiles y comer golosinas.

Una experiencia distinta sin duda, muchos clubes, alguna provincia argentina y solo un par de selecciones jugaron estos sevens, compitiendo en series pero todos contra todos.

La final podía ser un club contra un seleccionado nacional, algo extraño pero divertido, así por ejemplo OBC le ganó en cuartos de final de copa de oro a la selección de Chile.

Luego volvimos a nuestra casa: el Campus de Maldonado. Ahí separamos a los clubes y provincias de las selecciones, y conseguimos a través de Sudamérica Rugby (SAR) ir aumentando la participación de otros países; comenzamos con 8 en el 2017, luego 12 en los años 2018 y 2019, donde ya el Seven Punta puntuaba para clasificar a los sevens de Las Vegas, Vancouver y Hong Kong.

Luego en los comienzos del año 2019 nos juntamos con SAR, que después de haber evaluado la organización y nuestra evolución durante varios años, nos hizo la propuesta de que Seven Punta formara parte de la World Rugby Sevens Challenger Series, y otra vez pasamos a participar del circuito mundial de Sevens. El Seven Punta junto con el de Viña del Mar sería clasificatorio para ocho plazas en el Seven de Hong Kong.

Este desafío nos obligó a tener que organizar un campeonato mucho más exigente, y estaríamos fiscalizados directamente por World Rugby (WR) en cada detalle. Profesionalizar mucho más la gestión, tener previsiones de todo tipo, planes alternativos, redundancia de opciones disponibles como back up, varios hoteles para el alojamiento.

Un control muy exigente de las instalaciones, tanto de los hoteles como de la alimentación, de las canchas de entrenamiento, de los gimnasios y del estadio donde se iba a disputar el campeonato. El trabajo y gestión de todo esto fue verdaderamente impresionante, mucha gente del club trabajando para esto.

Este último fue un tema en sí mismo, costó mucho la decisión por la envergadura que tomaba el desafío, pero sin dudas aceptarlo fue lo más inteligente. La fecha impuesta por WR para el torneo era el 22 y 23 de febrero, sábado y domingo de semana de Carnaval. Pensar en hacerlo en Punta del Este con los altos costos de alojamiento, pocas canchas de entrenamiento y pocos gimnasios, menos opciones de disponibilidad dada la gran cantidad de turistas, menos gente del club para ayudarnos pues no todos iban a poder estar allá en esos días, etc., etc.

Por otro lado teníamos el Charrúa en la capital, con sus excelentes instalaciones, la cancha sintética impecable, costos más razonables de alojamiento, disponibilidad

sobrada, canchas y gimnasios a disposición y gran parte del equipo de OBC a la orden para sumarse en lo que sea. Al final, con todo esto a la vista, fue certero resolver que el Seven Punta (aunque suene raro) se iba a jugar en Montevideo.

Luego de varios meses de trabajo, haciendo todos los preparativos y coordinando todos los detalles, empezamos a recibir a las diferentes selecciones y hubo que atender los múltiples requerimientos, siempre tratando de ser muy ejecutivos y expeditivos. Mantuvimos una secretaría permanente con base en el hotel Hampton que se ocupó de resolver todos los problemas que pudieran ir surgiendo.

Había que coordinar todas las idas y venidas a canchas de entrenamiento, luego a gimnasios, reconocimiento y prácticas en el Charrúa, arribos de otras selecciones o de entrenadores y directivos que se sumaban más sobre el fin de semana. Toda esta gente junto con varias personas de WR y SAR (más de trescientas en total) fueron siempre atendidas y trasladadas de un lugar a otro por un excelente equipo de coordinadores logísticos. Teniendo siempre buses disponibles y otros más de respaldo para evitar demoras o esperas.

Supervisar que las cuatro comidas durante los siete días estuvieran a la altura de las necesidades y de la demanda, que todo estuviera impecable y no faltara nada, ni en calidad, ni en variedad o cantidad, fue todo un desafío. Especialmente por lo que comen estos jugadores.

El torneo terminó siendo un éxito; recibimos felicitaciones de WR y SAR, pero lo que es más importante, el reconocimiento de todos los seleccionados participantes, de los directivos y amigos de otros clubes y del público en general.

El Seven Punta sigue más vigente que nunca, el esfuerzo del equipo de organización es fenomenal, todos en forma honoraria laburando durante meses y en esa semana previa al torneo casi todo el día en forma exclusiva, y ni que hablar el fin de semana, donde se suman desde todos los sectores del club, junto con los jugadores, entrenadores, los chicos del colegio y varios veteranos que ya son clásicos colaboradores en sus puestos desde hace más de tres décadas.

A veces nos consultan si vale la pena todo este esfuerzo de tanta gente para organizar

el Seven Punta, cuando el resultado económico no siempre es positivo. Nosotros respondemos que más allá de lo económico, creemos que el resultado final para el club es muy positivo. Es una actividad que une transversalmente a todas las generaciones del club, trabajan tanto Old Boys como Old Girls, se incorporan los chicos del colegio que ya empiezan a sentir el ambiente familiar y unido del club, trabajan muchas veces junto con sus padres, tíos o abuelos.

Toda la familia azulgrana trabajando juntos para organizar por más de treinta años un torneo exclusivo del club, que hoy nuevamente está al mejor nivel internacional, con el sello de World Rugby Sevens Challenger Series, clasificatorio para el Seven de Hong Kong y televisado para todo el mundo como un torneo de rugby de primer nivel.

¡Seguro que vale la pena el esfuerzo! █

En el año 2004 me enamoré del Seven. Tenía 15 años, estaba viendo el Seven de Punta y para mí solo jugaron dos equipos ese año: Hindú y Old Boys. ¡Me acuerdo que nosotros teníamos un equipazo! Martin y Yayo Crosa, Caco Pastore, Tormenta De Posadas, Chapi Campomar, Pingo Pereira, Gogui Pérez del Castillo. ¡Qué team! Y en Hindú jugaban Santi Fernández y Juani Gauthier que para mí eran extraterrestres, jugaban a otra cosa.

Eso me hizo siempre querer jugarlo algún día y disfrutarlo mucho. Aunque jamás pensé que iba a terminar siendo entrenador.

Mi única experiencia entrenando había sido durante un año en el colegio con el Colo Albanell, quien casualmente fue el que me impulsó a unirme al staff de Seven.

Un día, mientras almorzaba con el Colo y le contaba que extrañaba el rugby, como a mucha gente amiga del club, pero que por distintas razones no podía estar tan metido… él al toque llamó a Guido, que ya estaba armando la temporada de Seven, para avisarle que yo estaba para darle una mano en lo que sea. Guido fue quien armó el grupo de entrenadores en un asado en su casa, para preparar la temporada. Yo fui con Manu Sagarra, a quien convencí de meternos juntos, como managers supuestamente, sabiendo que pensábamos igual y ambos teníamos las mismas ganas de acercarnos al club. Me encantaba la idea de compartir esta experiencia con él, sabiendo además que íbamos a estar siempre alineados. Y así fue.

  • Ya estaban Guido y Euge Corallo, y creo que fue Manu el que les preguntó ¿quién va a ser el entrenador? Y Guido dijo “¡Todos!”, jaja Ahí empezó el buen feeling.

Ya estaban Guido y Euge Corallo, y creo que fue Manu el que les preguntó ¿quién va a ser el entrenador? Y Guido dijo “¡Todos!”, jaja Ahí empezó el buen feeling. Y eso se vio a lo largo de toda la temporada y en todas las decisiones que tomamos juntos. Sin duda la buena relación y disposición que había por parte de todo el staff fue uno de los grandes motivos de los buenos resultados. Y con staff me refiero a todos, tanto los entrenadores como muchos otros sumando en roles muy importantes. Diego de PF, Bomba Villar, Bebe Fernández, el gran Carlitos Calvo, Santi Mera, Negro Delucchi, Luquitas Puig. Cada uno aportando lo suyo. Gente que aparecía en los campeonatos y se ponía a disposición para sumar en lo que hiciera falta. Además teníamos jugadores dentro del plantel (Seba, Tambor, Cabe, Ian, Tin, Colo) que prácticamente hacían de entrenadores adentro de la cancha, y eso ayudaba mucho.

Ellos formaron la base de un equipo que repetía campeonatos uno atrás de otro. Sin esos líderes hubiera sido muy difícil.

Al principio lo vi como un desafío, me sentí raro ya que tenía que dirigir a muchos amigos, a grandes jugadores y con más experiencia, pero lo mejor fue darme cuenta de cuál era mi rol dentro de un gran grupo, hacer foco en eso y solo tratar de estar… estar a disposición para ayudar a cumplir un objetivo.

  • “...para el segundo año me fui antes del arranque de la temporada a una capacitación con Rodríguez en Salta a un centro de alto rendimiento, que me sirvió mucho para preparar la próxima temporada con cosas nuevas...”

Ese objetivo fue y siempre tiene que ser formar jugadores y “feeling club”. 

De igual manera se refleja en el Seven hace mucho tiempo y creo que mucho más, o de manera más tangible, el sentimiento de club. Y de a poco la idea es hacer foco en la formación del jugador. Que hasta ahora se daba de manera inconsciente.

La preparación es totalmente progresiva.

Como jugador, con el entrenador que más aprendí sin dudas fue con el argentino Diego Rodríguez, quien fue entrenador de Uruguay, del seleccionado de la provincia de Salta y de los Pumitas campeones olímpicos. Su forma de dirigir me marcó mucho, lo tuve en mi última etapa como jugador, por eso capaz fue cuando más lo absorbí.

El primer año como entrenador, me pasaba que para la preparación de los entrenamientos me veía muy influenciado por él y sus conceptos (lo charlaba siempre con Manu, que también lo tuvo de entrenador y le pasaba lo mismo), y ya para el segundo año me fui antes del arranque de la temporada a una capacitación con Rodríguez en Salta a un centro de alto rendimiento, que me sirvió mucho para preparar la próxima temporada con cosas nuevas.

El primer campeonato de 2018 fue en PSG, casi sin haber entrenado, por el poco tiempo entre este y las finales del campeonato de 15. Igualmente fuimos con dos equipos.

Terminamos con sabor amargo, sin jugar un buen Seven, pero creo que sirvió de alguna manera para que jugadores líderes contagiaran compromiso para lo que quedaba de la temporada.

El siguiente fin de semana nos tocó ir a Rosario, Argentina, donde de a poco empezamos a encontrar juego. En Rosario siempre nos pasa lo mismo, perdemos en semis por un try polémico en la hora, contra algún cuadro local que es primo hermano del juez y terminamos re calientes con el campeonato. Pero eso nos da más ganas de volver y ganarlo… y estoy seguro de que lo vamos a ganar.

Rosario fue importantísimo a nivel de grupo, siempre lo es, es un lindo destino y ese año no fue la excepción. Se sumaron al plantel jugadores de la Sub-19 como Ape Vargas y Pedro Paysee, que tenían las primeras experiencias en plantel de Seven y se destacaron en el campeonato. Como todo viaje de Seven, al ser un plantel reducido (alrededor de 15 personas) se unifica mucho el grupo.

A partir de ahí fuimos en forma ascendente, tuvimos tremenda jornada en Lobos con cordero de por medio, el apoyo de mucha gente que se acercó y saliendo campeones con los dos cuadros. Gran incorporación al primer cuadro de Joaco Alonso y el Piojo Cat para ese campeonato.

Viajamos a Buenos Aires y salimos campeones del primer Seven del club Hindú, dejando atrás al local en semis y opacando a grandes clubes candidatos. Al mismo tiempo, con otro cuadro disputábamos una semifinal en el Seven de Polo. Ese fin de semana, más allá de los resultados, sobre todo de la hazaña del equipo campeón en Hindú (con gran performance de Baxter Bordaberry, quien además fue fundamental en ambos procesos dentro y fuera de la cancha, siendo un claro ejemplo de compromiso), se destacó la actitud y logística de todo el staff. Además, como anécdota para remarcar este concepto, tuvimos un percance en la frontera y casi perdemos un jugador que estaba sin documentos. El Bebe Fernández, que iba como manager acompañante a Hindú, se volvió para arreglar el asunto y a pesar de haberse quedado sin viaje, fue a dar una mano al Seven de Polo. Tremendo gesto del Bebe. Después vino el Seven Uruguayo, el partido más complicado fue en semis con Polo, ganando en la hora con gran actuación de Ian Schmidt. Campeones. 

Tras una gran preparación, a principios de 2019 llegó el Seven que todos queríamos jugar, el Seven de Punta del Este. Estábamos con un gran nivel de juego que fuimos armando a lo largo de los campeonatos. Nadie nos podía ganar. Así fue, hasta la final. Todos queríamos coronar la temporada y terminar de la mejor manera, como el plantel se merecía. Pero es lo que tiene el Seven… y tras haber derrotado a CURNE en la serie, nos lo encontramos de vuelta en la final. Final que se demoró y parecía suspenderse, con lluvia fuerte, mucho drama… y la perdimos con un try sobre la hora en los descuentos. Gran campeonato de Nico Beare, que además tuvo que hacer tremendo esfuerzo para poder estar y encima terminó con el napo roto.

Ese partido fue un golpe durísimo anímicamente para todos, pero creo que al final fue un gran aprendizaje. Sirvió para preparar el siguiente año, y tras tener mucho menos ruedo debido a que el campeonato de 15 se alargó muchísimo por el mundial, nos encontramos a CURNE nuevamente en la final. Un año después teníamos la revancha.

Ellos vinieron a defender el título, a nuestra casa. Con un buen cuadro, con competencia internacional y todo. Pero en este caso era el primer Seven en la sede de Old Boys.

Habiendo presentado tres equipos competitivos, cada uno con su propia identidad, con todo el club a disposición ese fin de semana, gran trabajo de mucha gente. Representaba muchas cosas y había mucho en juego. Supimos traerlo, aunque sufriendo hasta el último minuto.

Eso sin dudas fue una demostración de madurez, de crecimiento y de recompensa al duro trabajo. Fue increíble poder terminar así estos dos años con un gran grupo.

En ese campeonato el señor Kenny Plottier, capitán del primer equipo, fue un guía, en todo sentido. Pero el campeonato fue la coronación del trabajo de todo el plantel. La gente que hacía tiempo no jugaba y se acercó a pasar el día y divertirse, referentes, juveniles, jugadores de selección, jugadores del plantel de primera… todos empujando. Así fue que los tres equipos terminaron en lo más alto.

Respecto a las enseñanzas que me dejaron estas dos temporadas como entrenador, sin dudas una es que lo más importante para ser buen entrenador es poder separar el entrenador del jugador (todavía me cuesta). Por otro lado, darse cuenta de que sin quererlo sos un ejemplo para los jugadores en algunos sentidos, sobre todo los juveniles.

Por eso me parece importante estar bien físicamente, comer bien, entrenar, poder mostrar un movimiento en las prácticas, etc. Dar el ejemplo. Se la robo esa a Gordon Tietjenes, entrenador histórico de All Blacks Sevens que siempre me gustó mucho.

Por otro lado, el rugby es un deporte que cambia constantemente, se actualiza. Por lo tanto es muy importante nunca parar de aprender ni de capacitarse, no quedarse conforme con una idea.

Gracias a eso pude ver que el Seven es ideal para individualizar el trabajo, ver juveniles, conocer jugadores o para desarrollar destrezas. En solo un partido de Seven podés analizar perfectamente a un jugador. Defensivamente no se puede esconder, tenés tackles de todo tipo y mucho más roce para los backs. El rol del wing a diferencia del 15, al tener acciones constantes… cuando capaz en un partido de 15 se queda en la punta y no la toca en todo el partido. Acá tiene que estar disponible y corriendo para el equipo en todo momento. Se desarrolla la técnica individual en todas las situaciones: ruck, tackle, el juego aéreo (gran herramienta y cada vez más importante). A veces no hay lines ni scrums en todo el partido.

Muchas veces se escucha decir que el Seven es “otro deporte” ¡pero en realidad es lo mismo! Casi las mismas reglas, solo que con más espacio y menos tiempo.

El objetivo respecto a la formación del jugador hace énfasis en el desarrollo de su juego y técnica individual, pero también en la parte mental. La parte mental es una de las grandes herramientas que aporta el Seven al jugador, ya que tiene que sobreponerse a situaciones adversas en un mismo partido, o sea, en 14 minutos. Erras un tackle, un try del contrario, o se te cae la pelota y tenés pocos minutos para recuperarte emocionalmente y dar vuelta la situación. Eso después se refleja en el jugador cuando juega en 15 e incluso hasta en la vida.

Algo que aprendí es que cada jugador es diferente y por eso como entrenador no podés tratar a todos por igual. Cada uno necesita cosas diferentes para motivarse, para sentir confianza. Por eso es fundamental hacer énfasis en la parte personal, que es lo que más me gusta dentro de mi rol y del lugar que tengo. Lo mío quizás va más enfocado a eso, y estoy tratando de capacitarme para complementarlo con rugby y técnica, y seguir apostando a las relaciones personales. Por ejemplo, ser un jugador de las juveniles que todavía no subió a primera y tener la oportunidad de compartir plantel de Seven con jugadores que vas a ver todos los fines de semana, tratar de imitarlos, poder aprender de cerca, compartir un viaje, dar vuelta un partido, aprender de cerca dentro y fuera de la cancha y absorber todo lo que se pueda. No tiene precio. Y como yo tuve esa experiencia personal, quiero que todos la tengan o por lo menos ayudarlos a ver que la oportunidad está ahí y puedan aprovecharla. Aprovechar las relaciones personales, conocer gente que comparte el “feeling club”, tanto para el que sube como para el que está hace 10 años jugando en primera.

Como planes a futuro, me encantaría que se le diera mayor importancia al Seven, tanto dentro del club como en la URU.

Darnos cuenta de la gran herramienta que es para la formación de jugadores y de personas. Darle el lugar que debería ocupar dentro de la estructura del rugby en Uruguay, empezando por el rol que cumple en la estructura del club. Me gustaría mucho ser parte de esa movida en Old Boys. Poder seguir siendo parte del staff de entrenadores de Seven, seguir aprendiendo y tratar de transmitirlo. Involucrarme más en el desarrollo del jugador durante el año. Manteniendo el espíritu de pasar alucinante. Conocer nuevos jugadores, descubrir y capacitar a otros, y sobre todo conocer buenas personas y futuros amigos. Creo que vamos por buen camino.

El “feeling club” es estar cerca de la gente que comparte la misma pasión que uno, muchos años más chicos o más grandes, todos en el club. Con los que jugaste, con los que te vieron jugar o los que idolatrabas viendo de chico. Todos con los mismos valores. Esos recuerdos tan lindos son los que hacen que quiera estar siempre, y siempre volver. Tratar de devolverle al club un poco de esos lindos sentimientos que me dio y me sigue dando, que me generan ganas de jugar, de estar cerca y de amar tanto al rugby, ¡porque está asociado directamente con la GENTE! Todo se basa en las relaciones personales, las relaciones que se arman, las amistades fuertes. Todos tienen sus propias realidades y problemas, y el club es un gran canalizador de eso.

Por distintas razones es duro no poder estar físicamente durante el año, entonces cuando llega el Seven, para mí es mi “cuota” de club. Y por más que sean dos meses, son dos meses a full. De solo buenos momentos. █

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