Por eso me parece importante estar bien físicamente, comer bien, entrenar, poder mostrar un movimiento en las prácticas, etc. Dar el ejemplo. Se la robo esa a Gordon Tietjenes, entrenador histórico de All Blacks Sevens que siempre me gustó mucho.
Por otro lado, el rugby es un deporte que cambia constantemente, se actualiza. Por lo tanto es muy importante nunca parar de aprender ni de capacitarse, no quedarse conforme con una idea.
Gracias a eso pude ver que el Seven es ideal para individualizar el trabajo, ver juveniles, conocer jugadores o para desarrollar destrezas. En solo un partido de Seven podés analizar perfectamente a un jugador. Defensivamente no se puede esconder, tenés tackles de todo tipo y mucho más roce para los backs. El rol del wing a diferencia del 15, al tener acciones constantes… cuando capaz en un partido de 15 se queda en la punta y no la toca en todo el partido. Acá tiene que estar disponible y corriendo para el equipo en todo momento. Se desarrolla la técnica individual en todas las situaciones: ruck, tackle, el juego aéreo (gran herramienta y cada vez más importante). A veces no hay lines ni scrums en todo el partido.
Muchas veces se escucha decir que el Seven es “otro deporte” ¡pero en realidad es lo mismo! Casi las mismas reglas, solo que con más espacio y menos tiempo.
El objetivo respecto a la formación del jugador hace énfasis en el desarrollo de su juego y técnica individual, pero también en la parte mental. La parte mental es una de las grandes herramientas que aporta el Seven al jugador, ya que tiene que sobreponerse a situaciones adversas en un mismo partido, o sea, en 14 minutos. Erras un tackle, un try del contrario, o se te cae la pelota y tenés pocos minutos para recuperarte emocionalmente y dar vuelta la situación. Eso después se refleja en el jugador cuando juega en 15 e incluso hasta en la vida.
Algo que aprendí es que cada jugador es diferente y por eso como entrenador no podés tratar a todos por igual. Cada uno necesita cosas diferentes para motivarse, para sentir confianza. Por eso es fundamental hacer énfasis en la parte personal, que es lo que más me gusta dentro de mi rol y del lugar que tengo. Lo mío quizás va más enfocado a eso, y estoy tratando de capacitarme para complementarlo con rugby y técnica, y seguir apostando a las relaciones personales. Por ejemplo, ser un jugador de las juveniles que todavía no subió a primera y tener la oportunidad de compartir plantel de Seven con jugadores que vas a ver todos los fines de semana, tratar de imitarlos, poder aprender de cerca, compartir un viaje, dar vuelta un partido, aprender de cerca dentro y fuera de la cancha y absorber todo lo que se pueda. No tiene precio. Y como yo tuve esa experiencia personal, quiero que todos la tengan o por lo menos ayudarlos a ver que la oportunidad está ahí y puedan aprovecharla. Aprovechar las relaciones personales, conocer gente que comparte el “feeling club”, tanto para el que sube como para el que está hace 10 años jugando en primera.
Como planes a futuro, me encantaría que se le diera mayor importancia al Seven, tanto dentro del club como en la URU.