En una charla cargada de reflexiones, anécdotas y emociones, Juan Manuel Gaminara recorre sus orígenes, su vínculo con el deporte, los valores inculcados por su familia y por el colegio, los afectos que lo ataron al club para toda la vida, su sentimiento por la camiseta azulgrana y el camino que logró construir a lo largo de los años en Los Teros, que lo llevaron a transformarse en el líder de una generación que quedará marcada a fuego en la historia del rugby uruguayo.
–¿Imaginaste alguna vez que ibas a llegar tan lejos a través del deporte?
–La verdad es que no, porque siempre fui de plantearme metas muy cortitas, mes a mes, año a año. En estos tiempos de receso es que te hacés esa pregunta, mirás para atrás y lo cierto es que nunca me propuse ni ser capitán, ni jugar un Mundial, ni ganarle a Fidji. Son cosas que se van dando a lo largo de una carrera que uno vive día a día; primero tu sueño es jugar en la Primera de tu club, después tenés el anhelo de participar de un Mundial Juvenil, después cuando jugás en Primera División te ilusionás con llegar a la selección mayor. Siempre fui ambicioso pero en el corto plazo, pensando en el próximo paso.
– ¿Qué recordás de tus primeros contactos con el rugby?
–Mis primeras influencias con el rugby vienen de casa. Recuerdo los domingos en la casa de mi abuela, donde siempre había una pelota y hacíamos una “tocata” o nos íbamos a la plaza a jugar. El rugby siempre estuvo presente, mi padre jugó al rugby en el club, iba siempre a ver a mis primos más grandes jugar los sábados en el club. El deporte en sí, pero sobre todo el rugby, siempre estuvo muy cerca de mí. Tengo muy presentes todas las etapas, desde la etapa del colegio hasta los años en los que venía a jugar, cuando estaba en M15 y me quedaba todo el día viendo partidos en el club.